dijo la Maga un día.
Alejandro es hermano de Sylvia (a ella la conocí pudiera decirse de pura casualidad -en Cananea-, aunque sin ella, tarde que temprano también la hubiera conocido, supongo... ¿eso querrá decir que la casualidad no existe o no importa o no debiera tener nombre...?) Y él, Alejandro, hace tiempo me contó de que un día, yendo por los caminos del sur, llegó a un pueblito en Oaxaca:
Tequistepec. Allí, conoció a un sr., músico, con quien platicó y en la charla éste le dijo, conozco a una poeta de Sonora... ¡vaya cosa! Cómo imaginar que años después de que por algo que mejor ya no llamaré casualidad anduve en Tequistepec, y conocí gente muy especial allá, llega Alejandro, mi amigo y habla con el mismo hombre con quien yo hablé. ¿Saben cuántos pueblos hay en Oaxaca?
Bolach (a saber cuál es el nombre, húngaro), por sabe qué movimientos terrestres, humanos, espirituales que no llamaremos casualidades, llegó a Cananea y se quedó algún tiempo y un día, en la calle, alguien le grita un saludo ¡en húngaro! Al hablar con el saludador, resultó que se trataba de un cananense que vive en Hungría, becado en no sé qué, lo más ¿curioso? es que al preguntarle dónde vivía allá en aquel país respondió con el nombre de un pueblo, el pueblo de donde es originario Bolach... ¿saben cuántos pueblos hay en Hungría?
El de amarillo es Bolach -que si se pone de pie no sale en la foto- El de azul, Alejandro Aguilar Zéleny, presentando en Cananea su libro "Andancias". A la extrema derecha, La Maga. Me hice un lugarcito entre ellos.
En esta foto me gusta ver los pies de estos cuatro, tan representativos de sus dueños.
.
Alejandro es hermano de Sylvia (a ella la conocí pudiera decirse de pura casualidad -en Cananea-, aunque sin ella, tarde que temprano también la hubiera conocido, supongo... ¿eso querrá decir que la casualidad no existe o no importa o no debiera tener nombre...?) Y él, Alejandro, hace tiempo me contó de que un día, yendo por los caminos del sur, llegó a un pueblito en Oaxaca:
Tequistepec. Allí, conoció a un sr., músico, con quien platicó y en la charla éste le dijo, conozco a una poeta de Sonora... ¡vaya cosa! Cómo imaginar que años después de que por algo que mejor ya no llamaré casualidad anduve en Tequistepec, y conocí gente muy especial allá, llega Alejandro, mi amigo y habla con el mismo hombre con quien yo hablé. ¿Saben cuántos pueblos hay en Oaxaca?
Bolach (a saber cuál es el nombre, húngaro), por sabe qué movimientos terrestres, humanos, espirituales que no llamaremos casualidades, llegó a Cananea y se quedó algún tiempo y un día, en la calle, alguien le grita un saludo ¡en húngaro! Al hablar con el saludador, resultó que se trataba de un cananense que vive en Hungría, becado en no sé qué, lo más ¿curioso? es que al preguntarle dónde vivía allá en aquel país respondió con el nombre de un pueblo, el pueblo de donde es originario Bolach... ¿saben cuántos pueblos hay en Hungría?
El de amarillo es Bolach -que si se pone de pie no sale en la foto- El de azul, Alejandro Aguilar Zéleny, presentando en Cananea su libro "Andancias". A la extrema derecha, La Maga. Me hice un lugarcito entre ellos.
En esta foto me gusta ver los pies de estos cuatro, tan representativos de sus dueños.
.
Ya nada más falta que en Bolach haya nacido mi tataratatarabuelo el Zèleny que vino con el imperio de Maximiliano, entonces sí, lo juro por dios santito (o por las casualidades que no siempre son casualidades) que me caigo PLOP como Condorito.
ResponderEliminarAhora bien, debo agregar que yo conocí a La Maga cuando a mí me tocó presentar libro en Cananea pero a La Maga la conocía virtualmente cuando yo trabajaba en una ONG y todo mundo hablaba de La Maga que vive en Arizona y que se iba a vivir a Cananea. Y a mí me decían La Maga y yo pensaba en La Maga de Cortázar a quien, además conocí por el Alejandro que tenía una edición bien rebonita de Rayuela (o era otro libro de cortázar?). Y fue Alejandro quien me regaló mi Para que escampe.
vaya!
ResponderEliminarcuántos cuentos nos persiguen, nos atrapan como protagonistas o personajes secundarios, pero al fin y al cabo nos traen del tingo al tango de manera tan lúdica.
un abrazo por esta y otras coincidencias que tanto nos agradan y dan sentida a nuestra vida, aun sin quererlo.